? EDITORIAL
' EL POPüLAR.i ml^jícoSes 3 de iunio.de 1^87
¥IDA ¥ MUERTI
Demostrando v Cristiana, Lesley Parrot rechaza la posibilidad de que se aplique el castigo más severo posible a alguien que le ha causado un inmenso e irreparable dolor. La Sra. Parrot sufrió en julio pasado ei asesinato de su hija, Alison, de 11 años de edad, quien fue engañada con llamadas telefónicas por un hombre que le pedía tomarle fotos para un futuro encuentro de atletismo en el que la niña, que practicaba ese deporte, iba a participar poco tiempo después. \
Luego de reunirse con el falso fotógrafo en las cercanías del estadio Var-sity de Toronto, Alison desapareció durante dos días de angustia para sus padres. Finalmente, el cadáver de la pequeña fue hallado por dos niños en un parque de Etobicoke. Una autopsia reveló que ella había sido violentamente agredida y violada antes de su asesinato.
A pesar de un amplio esfuerzo policial para hallar a quien la mató de manera tan despreciable, el caso sigue aun sin resolyer, desconociéndose la identidad del asesino.
En lugar de demandar que éste sea ejecutado cuando se lo detenga, la Sra. Parrot aboga contra la posibilidad de que Canadá vuelva a adoptar la pena de muerte. "No creo que mi dolor pueda ser aliviado por la muerte deliberada de otra persona", afirma, sugiriendo en cambio que Canadá "debería tratar de establecer las raices de la violencia, y hallar una forma de mantener fuera de la sociedad a las personas violentas".
Esta madre, que ha sufrido una pérdida doblemente dolorosa por las circunstancias en que ocurrió el asesinato de su pequeña, no se suma a la campaña de los que piden el retorno de la pena capital sino que, por el contrario, ha escrito a cada uno de los Diputados federales que eventuatmente habrán de votar sobre esa medida para instarlos a que la rechacen.
Haciéndolo, la Sra. Parrot no sólo salva la vida de los asesinos, sino que muy probablemente salve también muchas otras vidas inocentes. Tal es la deducción efectuada por Dañe Archer y Rosemary Gartner, quienes realizaron un estudio de 10 años de duración acerca de la violencia
en
temporáneas.
Su libro "La Violencia-y-erunmen en una Perspectiva Internacional", publicado por la casa editora de la Universidad de Yale, analiza la situación en 110 naciones y 44 de sus ciudades más populosas, recibiendo ya cuatro importantes premios de las especialidades de Sociología y Psicología.
En base a esta labor ampliamente respetada por su valor científico, los autores llegaron a la conclusión, tal como ha sido el caso con Qtros estudios especializados, de que la pena de muerte no constituye un factor disuasorio de los asesinatos y homicidios.
Pero sí cumple una función, no reconocida por quienes abogan en su favor: la legitimización del uso de la violencia. Archer y Gartner hallaron que hay mayor incidencia de actos de violencia homicida luego de guerras (especialmente si el país en cuestión ha resultado victorioso) y en las naciones donde se aplica la pena de muerte (porque el ciudadano común, viendo que los jueces y las autoridades carcelarias pueden! decidir la muerte de otras personas, estima que él también puede usar la violencia mortífera contra sus enemigos personales).
Paradójicamente, entonces, la pena de muerte siembra el terreno para que haya más asesinatos y violencia entre los seres humanos, no menos. De tal triste estado de cosas logró salir Ganada cuando abolió la pena capital, y es a ese primitivismo cavernario al que pretenden hacer regresar el país los que demandan su restauración.
Pero hay ahora otra rnóríifera amenaza contra la vida de hombres, mujeres y niños de toda edad y condición social que hace palidecer a los efectos de la pena de muerte.
El Síndrome de la Inmuno-Deficiencia Adquirida (AIDS) está avanzando ^ rápidamente entre la población mundial ^ su impacto al Sur de la frontera es una advertencia clara acerca de lo qu( ocurrirá, tarde o temprano, en el resto de planeta en esta era de los viajes in ternacionales rápidos y económicos.
clones brindadas ayer en ña' importante conferencia sobre el AIDS que se celebra en Washington, uno de cada treinta hombres jóvenes y de edad mediana de EE.UU ya porta el virus de la enfermedad, sea que lo sepa o no. Y en sólo cuatro años el AIDS se habrá convertido en la segunda causa más importante de la muerte antes de tiempo para ese grupo de la población, precedida únicamente por los falleeimientos debido a accidentes.
La enfermedad se está difundiendo a gran velocidad entre los heterosexuales, entre los cuales las mujeres representan al t3 % de los nuevos casos del AIDS (recibiendo al virus principalmente a través de relaciones sexuales con drogadictos que comparten jeringas u hombres bisexuales).
Para asistir a los afectados por este mal, Washington estima que deberá asignar como mínimo entre 10 y 15 billones de dólares EU anuales hacia 1991, cuando será una de las 10 causas principales de la muerte entre las personas de 25 a 44 años de edad en ese país, indica él Centro Nacional de Estadísticas de la Salud.
Es claro y evidente que los gobernantes no pueden permanecer ajenos a este ataque de un enemigo tan insidioso como letal. En su sesión de ayer, el congreso sobre el AIDS fue notifscado acerca de avances para la creación de una vacuna o tratamiento para la enfermedad pero, lamentablemente, nadie dice que vayan a convertirse en realidad dentro de poco tiempo.
rompuladorás Golumnjslíis ;
Direaor Propieiario. \ EDUARDO lj)RUEÑA
Mssw®i Rakiewica
Hugo Vera Méndez Osvaldo Escobar Juan Orellana VVilfredo Fulgencio R.H.C.
Juau José Ochoa E. (España)
Reuter
Prensa Aswiada
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Mientras se llega a una vacuna, la muerte por AIDS, que cancela las defen-
iel cuerpo humano dejan-enfermiedíádes que, en ís, serían curables; es ivitable realidad: l, por su naturaile?á fe _ imposibilidad actual de curáeión^ ©i^ fp n absoluta del con-
Ttágio, constituye una pena de muerte biológica. Quienes la padecen pueden causar la muerte a aquellos que la tran-smitán V ya sea a sabiendas a por ignoracia de su estado.
ello, el AIDS constituye
profundo desafío para la esencia misma de las democracias.
La disyuntiva es entre el bienestar general de la población, y en particular de aquellos hombres, mujeres y niños que podrían resultar contagiados, y el derecho a recibir un tratamiento apropiado ya no ser aislados por la fuerza o discriminados, de los infectados con el virus del AIDS.
En los países civilizados, basados en el respeto de las minorías y los derechos y libertades de cada ser humano, la opción no es sencilla y podría tener un impacto tan profundo como prolongado.
Lo cierto es que no puede dejarse al libre albedrio de cada uno de los contagiados potenciales del AIDS la decisión de verificar si, efectivamente, presentan el virus. Asimismo, tampoco puede dejarse en sus manos la posibilidad de actuar irresponsablemente acerca de la difusión de la enfermedad.
Un gobierna justo y equitativo aseguraría que todos los ciudadanos, y en especial aquellos que pertenecen a los grupos de más riesgo de contagio, verifican su sangre para establecer si y« ¿íortan al virus del ÁÍDS, a la vez que establece una sólida protección coiitra la discriminación para las victimas de la en» fermedad.
Cualquier otra alternativa menos rigurosa colocaría bajo una tácita pena de muerte a millones de seres inocentes.
BELICE SE HA CONVERTIDO EN CENTRO DE CONTRABANDO DE MARIHUANA
DRANGE WALK, Belice »- Orange Walk, en el norte de Belice, ha sido llamada por los agentes que luchan contra el tráfico de drogas "Ciudad Rambo'* allí es común la tortura, los revólveres imprescindibles y los extranjeros pocas veces sobreviven. ^
En esa ciudad, a 25 km. de México, el íráfioo de marihuana alcanza un valor de más de 1000 millones de dólares al año, tomando en cuenta los precios en la calles estadounidenses.
Los aviones utilizan las rutas como pista de la que despegan sus aviones para eontrabandeair marihuana, principalmente a los Estados Unidos. Cientos de personas fueron torturadas o asesinadas en matan» zas vinculadas con la droga. A menudo se encuentran los cuerpos de las víaimas en tumbas clandestinas.
Funcionarios beliceños y agenta de la Administración de la Liícha Contra la Droga (ALD) norteamericana, que ayudan a los primeros, manifestaron que el año último llegaron a los consumidores estadounidenses más de 460 toneladas dé marihuana, a las que Sos traficantes llaman "Brisa de Belice".
A pesar de las campañas para destruir la marihuana irrigándola desde aviones, o quemando y cortando los cultivos, éstos siniplemente reaparecen.
La m^yor parte de la marihuana ingresa a los Estados Unidos, y fundamentalmente a Texas, Luisiana y Florida, transportada en avionetas. Los aparatos vuelan a baja altura, con lo que consiguen evadir el radar, y en momentos acordados previamente.
Si hay suficiente dinero en juego, aparecerá un avión a plena luz del día.
según afirmaron miembros de la Fuerza de Defensa de Belice (FDB).
La pista más popular es la principal ruta que atraviesa Belice, que corre pocos km. Á\ sur de Orange Walk. La mayor parte de los vuelos se realizan entre la medianoche y las dos y media de la mañana, después de qu^ los traficantes señalan la ruta para los pilotos con jfuegbs que encienden al costado de ésta.
Soldados británicos pertenecientes al contigente desplegado en la frontera con Guatemala en una ocasión fueron detenidos en la ruta por un grupo de encapuchados fuertemente armados.
Los efectivos vieron como aterrizaba un avión DC-3 al que se acercaban varios camiones que salían de íá jungla Luego el aparato fue cargado y de inmediato despegó.
Un par de años atrás el gobierno erigió postes de metal de cinco metros de altura al costado de la ruta ^ara impedir el aterrizaje de los aviones.
En los últimos meses, algunos de los postes fueron derribados y, según un niáyor de la reserva de la FDB "pueden estar seguros de que los contrabandistas están usando las rutas otra vez".
El oficial agregó que calcula que hay unos 4,000 campos de marihuana en Belice, cada uno de ellos del tamaño de una cancha de fútbol. Pero los agentes de la ALD dicen que es más probable que los campos sean 2,000.
Orange Walk fue bautizada Ciudad Rambo por la forma de vida riesgosa que llevan los habitantes de ^a población, semejante a la del personaje protagonizado por el actofT Sylvester Stallone en la película Rambo.
Las armas y un aspecto agresivo son características indispensables para los
Los investigadores frecuentemente , desentierran cuerpos torturados. Las víctimas no pueden ser identificadas aunque se presume que son extranjeros que ingresan ilegalmente al país muertos en controversias provocadas por la droga.
A los que no son pobladores del lugar, aunque sean beliceños, se les advierte enérgicamente que se mantengan a distancia y, especialmente, que paseos nocturnos, a la luz del día la gente sospechosa para ellos", dijo u;
quejaron de que el entregado previamente destruía sus cultivos de caña de azúcar.
La destrucción y quema de los cultivos realizada por efectivos de la Fuerza de Defensa de Belice que se guían por £\ reconocimiento aéreo efectuado por aparatos estadounidenses o británicos.
Los británicos a veces utilizan sus helicópteros Puma para transportar a los soldados de la FDB en sus operaciones. Pero tienen prohibido acercarse a los cultivos de marihuana. "Si nuestros hom-. bres cayeran en un tiroteo, habría problemas en El Parlamento", manifestó un diplomático británico acreditado en
"Primero, averiguan si el extraño quiere adquirir marihuana. Si no es un comprador, supondrán que éste es un agente de la ALD o de otro organismo similar. Incluso alguien puede decidir enviar al desconocido al otro mundo", añadió el diplomático.
El cultivo de la marihuana se ha extendido a todo el país y no se limita a los alrededores de Orange Walk.
Según un funcionario de la- embajada estadounidense "todavía se cultiva una cantidad de marihuana. Pero ha habido una reducción. Belice ahora tanto como antes".
Los agentes de la ALD, aunque se les permite llevar armas, dejan la responsabilidad de las operaciones contra los traficantes a los efectivos beliceños.
Las fuerzas de Belice, entrenadas por los británicos y armadas; con fusiles estadounidenses M-16, a menudo se traban en ^nfrentamientos a balazos, pero hasta ahora ninguno de sus hombres fue
La A LD estima que producción de marihuana del año último fue el triple de la de 1983, la cantidad que ingresa a los Estados Unidos se redujo a la mitad. Esto fue el resultado de medidas de erradicación apoy_adas por los norteamericanos, y en especial la irrigación de los cultivos con producios especiales y la quema de aquellos.
El organismo distribuyó un nuevo bielda después- de que los .campesinos se
Los encargados del cuidado de los campos de marihuana son frecuentemente extranjeros, mientras la mayor parte de los jefes de bandas de narcotraficantes son beliceños y los principales compradores son estadunidenses, dijo el Alcalde de Orange Walk, Alfredo Martínez.
Sentado en su pequeña oficina situada en el corazón del país de la-marihuana, con su sobrino, un niño de corta edad. Jugando sobre sus rodillas, Martínez expresó que se ha registrado una drástica reducción en el contrabando.
"Al menos la mitad de los jefes de las bandas de narcotraficantes' perdieron su