Xvil No 190
SÁBADO, AGOSTO 22 DE 1987
inmigrantes
Por robert SOLÉ
parís - Francia cuenta con sus inmigrantes del Norte de África, Alemania Occidental tiene sus Turcos, Gran Bretaña sus Indios y Paquistaníes. La inmigración es ya un factor permanente en todos los países de Europa Occidental, incluso en aquellos que acostumbraban a ser -y siguen siendo- países de emigrantes, tales como España, Italia y Portugal. I
Europa se ha convertido en una tierra de asilo y un mosaico étnico tal como Norteamérida, pero sin tener muchas alternativas al respecto y ni siquiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo hasta que ya había ocurrido. ¿Qué queremos decir exactamente cuando hablamos de un "inmigrante"? Europa Ocdidental alberga actualmente a más de 20 millones de personas que no nacieron en su país de residencia. Muchos otros, hijos de padres extranjeros radicados en Europa, cuentan con la naci(onalidad de su país de origen o de su país de residencia, o ambas. El término "inmigración" cubre, entonces, a una vasta y bastante indefinida área de significado.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, los que migraban eran generalmente Europeos. Víctimas de la guerra o el desenf;»pleo, cTuzaban las, fronteras, viajaban hacia el Norte o partían rumbo al continente Americano. Tales movimientos de^a población continuaron luego ide la guerra, pero adquirieron una nueva dimensión en la década deí Sesenta con, por ejemplo, el arribo a ^Francia de trabajadores de ex-colonias^ como Argelia. La expansión económica requería entonces una abundante mano de pbra, y esta arribó desde el extranjero.
Luego de la primera conmoción petrolera de 1973-74, hubo un cambio repentino de dirección y la mayoría de los países Europeos decidieron cerrar sus fronteras a los trabajadores extranjeros, brindando también incentivos financieros a los que ya residían en su territorio para que retornaran a la patria. Pero, a pesar del número de inmigrantes que regresaron o se naturalizaron, la población extranjera de Europa no ha disminuido. Por el contrario, ha crecido y, sobre todo, cambió de carácter. De acuerdo á recientes informes sobre el tema emitidos por ta Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (oegd) y el Consejo de Europa, las poblaciones inmigratorias son ahora más jóvenes y más sedentarias, provienen de lugares más distantes y cuentan con una proporción más elevada de mujeres. Además de los trabajadores in;nigrantes legales y oficialmente declarados como tales, hay ahora otras tres categorías. La primera está compuesta por sus familias. A un extranjero que viva permanentemente en un país Europeo pueden unírsele, bajo ciertas condiciones, su 'esposa e hijos. Alemania Occidental, por, ejemplo, aceptó solo 23 trabajadores Turcos en 1985, pero durante ese mismo año ingresaron legalmente allí otros 34.475 Turcos para unirse a sus familias, ya residentes en el
país.
De allí la creciente proporción de mujeres entre los inmigrantes y la reducción de la edad promedio del grupo un fenómeno acentuado por el hecho de que las mujeres inmigrantes tienen más hijos que las Europeas (aunque su nivel de fertilidad tiende a reducirse con el transcurso de los años, acercándose al de sus contrapartes Occidentales). El caso de Alemania Federal es el más espectacular. Si bien el número de niños nacidos en Alemania que concurren a las escuelas disminuyó en un 9,4 % en-■ tre 1975 y 1983, el total de alumnos extranjeros se incrementó en un 95,3 %. La segunda categoría de inmigrantes consiste de los extranjeros que ingresan ilegalmente, quienes se valen de compatriotas ya residentes en el país para obtener alojamiento y de la "economía negra", o clandestina, para conseguirse
trabajo.
En Francia, los inmigrantes no autorizados provenientes del África negra tienden a usar documentos falsos, mientras que los Turcos se infiltran a través de la frontera y los Norafricanos ingresan hallándose empleos "de temporada".
Se estima que el tota! de inmigrantes Ilegales en el Sur de Europa representaría aproximadamente el doble de los trabajadores extranjeros autorizados. Aparentemente, ya habría unos 450.000 de ellos en España y otros 650.000 en Italia. La mayoría de estos ilegales cuenta menos de 30 años de edad, figurando entre sus filas un número creciente de mujeres. La tercera categoría está compuesta por las personas que piden asilo político, quienes pueden arribar con una visa de turista para luego solicitar el status de refugiado.
Su número aumentó de 64.900 personas en 1981 a 156.000 en 1985 en nueve países de Europa Occidental (Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Alemania Occidental, Gran Bretaña, Suecia y Suiza). Alemania Occidental recibe, por amplio margen, el mayor número de aspirantes a refugiado (totalizando casi 100.000 el año anterior).
Alrededor del 60 % de los aspirantes proviene del Asia. ¿Se trata en muchos casos de "pseudo refugiados", tal como afirman algunos gobiernos Europeos que están tratando de frenar su ingreso? Sea como fuere, ahora resulta difícil para esos mismos gobiernos defender ante las Naciones Unidas el derecho a abandonar los países donde" no se respeten los Derechos Humanos a la vez que cierran sus fronteras a las personas que hacen precisamente eso. Al presente, hay casi 700.000 refugiados reconocidos oficialmente en Europa, pero representan sólo alrededor del 5 % del total mundial de asilados. Con la llegada al poder de gobiernos democráticos en una variedad de países Latinoamericanos, el número de refugiados procedentes de esa parte del mundo ha disminuido mientras que, al mismo tiempo, el total de refugiados Africanos está aumentando. Pero han sido sobre todo los Asiáticos los que han cambiado las pautas in-
- En Gran Bretaña, presencia de inmigrantes^ de la (der.) y Pakistán, así como negros Caribeños, está dando Sygar a un nuev©
mosaico étnico. El mismo fenómeno, ín» volucrando a inmigrantes y refugiados de una yañeóad de orígenes, se repite
en el resto de Europa Occidental.
igratorias, volviéndose cada vez más numerosos en Europa Occidental. En Suecia, por ejemplo, los Asiáticos representaban al 8,2 % del total de nuevos inmigrantes en 1972, mientras que para 1985 su proporción había aumentado al 30,9 %. Tanto las barreras idiomáticas como los lazos históricos entre países Europeos y sus ex-colonias están desapareciendo. Los ciudadanos de Sri Lanka, irán y Etiopía, por ejemplo, piden Ingresar en cualquier país y si alguno les niega albergue tratan inmediatamente de ser aceptados por otro.
Los inmigrantes del Tercer Mundo no son meras aves de paso. Su estadía promedio en los países de Europa Occidental se está prolongando cada vez más, y a menudo culmina con el afincamiento permanente. El fenómeno puede comprobarse de dos maneras: en el número elevado de naturalizaciones (1,2 millón desde 1975), y la marcada reducción del dinero enviado a tos países de origen con el transcurso de los años.
Estos nuevos Europeos, cuya presencia está contribuyendo a desacelerar el proceso de envejecimiento de la población continental, no han hallado aún su lugar apropiado en la sociedad.
No puede decirse que su presencia en Europa tenga lugar en un momento ideal, ya que ta escasez de empleos se ha vuelto una obsesión colectiva en el coh-tinente y los inmigrantes representan, de
hecho, una proporción mayor que el promedio de los desempteados. Pero esa realidad no impide que los aspirantes a inmigrante sigan tratando de establecerse en Europa Occidental porque la marcada brecha entre el nivel de vida del continente y aquel de muchos países, tanto próximos como distantes, continúa ampliándose. Y se ha estimado que en tos países menos desarrollados el número de personas en edad laboral está aumentando anualmente en 60 millones de hombres y mujeres.
Joñas Widgren, Vice-Secretario de Estado para la Inmigración de Suecia y autor de un informe del Consejo de Europa, sostiene que las grandes migraciones internacionales ya no constituyen una respuesta, apropiada para los futuros problemas del mundo. Tales migraciones pueden ser evitadas, sostiene Wtdgren, mediante sostenidos esfuerzos de asistencia a los países de origen de los migrantes, y con la colaboración entre los gobiernos Europeos y las organizaciones in= ternacionales.
Pocos pueden oponerse a una postura tan lógica y razonable, y ya se ha logrado bastante en cuanto a su im° plementación práctica. Pero hace falta hacer mucho, mucho más si es que el ser humano podrá asegurarse uno de tos derechos más básicos: el de disfrutar una existencia digna,y libre en si^ propio país.
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