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9 de Octubre de 1981
BI ;PopüW,; Vierhfes 9 de'.Octubre- és'
teniente gener[iL
rfe del Ejéfcítt»; dispus(V |nes en la cúpula militar; determinó el escalafón
)«irtantes, figu ra ekdel Sanhueza, ct)mo vice Ibajadf>r extratírdinarii) y ¡actual vice-cancillet^ eí
twn ascendidos a tefiien-
ía y tiene 39 años en el \o Mayor General, fue ia. Administrativa del
tendente re>»it)nal en [í país. ^
tle las desi>»nacioneSi jn-I deí Ejército, teniente >uesto síe c^xcíusiva con-
[.hile en Washinjiíon fue te^íión del país, t^n eí~a6v-itian Ackern^^t quien) Rubio.
AVISO PAGO
iníervención de paniel Viglietti en el Congreso sobre el Escritor y los Defechos Humanos, organizado por Toronto Arts. Group iforHunian Rights en apoyo de Amnesty International, en Toronto, Canadá, el 3;de Octubre de 1981.
Fui invitado a este Congreso para participar, junto ai escritor uruguayí^ Eduardo Galeano, en un recital en que la canción y literatura trabajan juntas. Un modo de asociar a quien, como Galeano, escribe con íá pluma, y a quien como yc), si cabe.iá expresión, escribe con la guitarra. Má$ tarde se me solicita comuni^^ algunas ideas stíbre el exilio, a lo que accedí en íantó vivo en esa situación desde hace ochó años y un mes; en medio de cientos de miles de uruguayos que comparten esta experiencia desde diez años a esta parte. Elijo pues lo concreto de una experiencia real a lo absoluto de una generalización; Creo que de ese modo podemos todos ayudarnos mejor á armar parcialmente el rompecabezas d<pl exilo.
Pero como intr(xJucción-c^ier<>^^^^ un fragmento
de una de mis canciones escritas en d destierro y que se llama "Identidad",
Guiénútp) aatsía. , ■ r'
. 'yn .S()Y':vn. himibre apenas
URUGUAY
que aiaca al mietía en su garganta , Un ni al tiendo país caminante niadera y aire ^
uní) n/ hérué ni cobarda. , .
Nf) el cantor Como bandera.
ni más ni menos que un humano
con el día y la noche aquí en el cuerpo),
confradicción que cania afirmaciones.
que duda siempre si anuncian
la derrota de lo nuevo. ' .
La dictadura uruguaya intentó derrotar lo nuevo, asesinar una propuesta de cambio que tuvo en Uruguay diversas manifestaciones desarrolladas por amplios sectores
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tle nuestro pueblo a fines de los áñoá 60 y comienzos de los 70. Somos uno entre los cientos de miles conidenadós a vivir fuera del país, en nii caso por delito de opinión, por haber cantado ideas, palabras no aceptadas por ei régimen.
Tenemos ciará idea de cfue el exilio es una pena mqnos grave cjue la muerte, qué la desaparición —^e quizás sea la forma níiás perversa del asesinato porque no deja cadáver que lo pruebe— conciencia de que el exilio es menos grave
que la prisión que, en Uruguay, lleva pegada a la espalda la íortura, como su hermana siamesa. Hay más de cien muer? ios por tortura en nuestro país. 1 /
Ño venimos, pues, a situarnos como centro de gravedad, sino como la consecuencia periférica de un genocidio que también abarca lo cultural. j
Hay un solo aspecto en que, quizá, la dictadura coincide con nosotros: ellos también piensan c^e la cultura, cuando es producto de una saludable convivencia humana, es esp¿io que refleja con claridad la realidad social de su entorno. Por eso, ellos rompen el espejo lo pisotean, lo prohiben; por eso mosotroá lo poblamos de imágenes, de testimonios, de poemas contra esa política genocida. "Ser cultos para ser v libres", dijo alguna vez José Martí. Las dictaduras del sur encarcelan la cultura cuando no logran hacerla cómplice de su política del silencio. Nosotros, en el exterior, combatimos ese silencio con actos, conciertos, |>elículas, danzas, obras de teatro, esculturas que no son sino la resultante estética de múltiples sentimientcw y acciones solidarias que desarrolla |lo que llamiamos EL PUEBLO DEL EXILIO. Ese pueblo disperso á través del planeta, dé Australia a Canadá, de México á España, de Angola a - Nicaragua. Dispersión en principio traumatizante que al paso del tiempo se, vuelve tensión que catapulca el esfuerzo de comunicación entre nosotros. Son numerosas las ocasiones en que Amnistía Internacional apoya estas inquietudes y muchos los que hemos colabora<io én esas acciones puntuales por nuestro país o por aquellos países cuya cercana realidad conocemos y podemos abordar con la responsabilidad debida. Desde eie conjunto de tareas vamos cicatrizando las penas del del destierro y venciendo la melancolía estéril con la alegría de. la creación. ,
Aquellol exiliados cuyo nombre puede ser conocido públicamente por una profesión determinada ^—casí) de escritores, músicos, etc.— inteníamos 'rescatar d^l anonimato a tantas y tantas ;víctimas de la represión.
Sí, Mauricio Rosencoff, dramaturgo uruguayo, es muchos. Haroldo Conti, novelista argentino, es muchos. Son muchos los MlLlTi^TES DE LA VIDA, conio dijo alguna vez el escritor uruguayo Mario Benedetti. Debemos dibujjar el rostro de jos desaparecidos, de los prisioneros, leer ese rostro, cantarlo, convocarlo. Debernos no perder la meitiíiria en medio de tanta pérdida.
Quienes tenemos el privilegio de continuar desarrollando nuestra profesión frente al cafio de tantos exiliados que han camiíiado su herramienta de trabajo, debemo exigirnos en el enriquecimiento de nuestra disciplina intelectual. No tenemos que exiliarnos.de nuestras convicciones, pero tampoco de nuestra exigencia. El escritor argentino Julio Cortázar habló alguna vez del "fascismo interior" que podemos tener los antifascistas agazapado dentro nuestro. Podríamos plantear también el peligrtj de un "exilio interiorizado" un autoabandono de la memoria y la esperanza, un suicidio sin cadáver. La toma de conciencia de esa articulación entre él NOSOTROS y el YO también en el destierro nos parece de vital importancia. f
En esa exigencia de sí mismo, el cancionero diel exilio va transitando desde las canciones —consigna y los h i minos aseguradores, hacia la reflexión, el análisis, hacia una may^or sensibilización sobre los ricos procesos que se dan en'el exilio asumido como taller de trabajo, como desafío a nuestras mejores fuerzas.
Nos falta la comunidad, es cierto, nos falta el aire en que aprendimos a respirar, a pensar, a cantar. Pero a esa falta no vamos a agregarle el anhídrido carbónico del-desaliento, de la xenofobia disfrazada de desajuste. Es cierto, nos faltan muchas de aquellas gentes de las qué nació nuestro (Tanto ya quienes deben retornar, pero no estamos desconectados de ellos. La canción, el poema no necesitan para entrar al país más pasaporte que la meinoria de alguien. A su vez, desde el Uruguay, la Tésistericia del pueblo y el nacimiento de nuevas experiencias culturales atraviesan las aduanas y nos vienen a confirmar qué, casi sin saberlo, cada día trabajamos juntos, luchamos juntos, dentro y fuera, a nivel cultural. El plebiscito de novienibre de 1980 probo, por amplia mayoría, que nuestro pueblo rechaza todo intentó dé institucipnalización de la dictadura que, al fabricar esa operación, cometió el desliz de sobreestimációfi de sus fuerzas y termino como aquel inventor qué es devorado por su invento. El pueblo dijo NO.
Quiero señalar que este cuadró del exilio uruguayo, con tantos puntos comunes con otros exilids latinoamericanos, no quiere olvidar las dificultades óbjetiyas del destierro, los problemas de inserción en un medio desconocido. Por ejemplo, las dificultades de obtención de trabajo regular legal y las crisis de documentación, En este últimí) aspecto, los dos uruguayos que hemos asistido a esté Congrest), Eduardo Galeano y yo, qiieremós señalar que nuestros respectivos pedidos de renovación del pasa|porte uruguayo nos fueron Jiegados sin ningún 'tipo de explicaciones. Hay mijes de casos similares entre uruguayos en el exterior Denunciamos esta arbitrariedad, pero no nos quejamos, es la consecuencia lógica de hat^r trabajado -—én nuestro caso con pluma o guitarra— por una sociedad más justa.' .■ '.. ■ ^. . '
Eso es todo lo que quería, en el tiempo disponible, decir. El resto lo diré cantando, que es mi oficiíi F^ero no quiero dejar dé señalar lo que esté Congreso me ha abierto como perspectiva del conocimiento dé otras realidades del escritor en el mundo, a-ks c^e no quiero acercarme con ligereza ni precipitación, pero que llaman mi atencion. ;
Amnistía Internacional aborda día a día, cjesdé su estructura, la compleja tarea de informar sobre la ihjusticia y la arbitrariedad a través del mundo. Nuestro própósitol más limitado por cierto, es corKéntrarfK)S sobré la^ especificidad de un proceáo —^n nuestro cas*!)-, e uruguayo— que creemos conocer mejor, como forma de contribuir modestamente a la búsqueda dé una sociedad más mana, donde lo nuevo no sea derrotado.
Daniel Vigiiet^i (Toronto, Canadá,